¡Buenas a todos!
Esta entrada es especial, por eso prometo una segunda parte mañana en la que me centre más en mi ciudad (aún me suena raro decir eso), incluso un tercer post a lo largo de la semana sobre gastronomía a propuesta de Alfon. El caso es que he recibido mi primera visita en Bologna: mi amiga Lourdes ha venido a hacerme mucho más fácil el primer mes aquí. Como breve referencia a tan distinguida huésped diré que Lour estudió en el Liceo Italiano Enrico Fermi, por lo que el idioma no es un problema para ella (bien lo ha demostrado entendiendo el fiorentino), actualmente cursa Derecho y ADE y es una de las tías más simpáticas que me he cruzado en la vida. Nos conocimos en clase y pronto dedicamos conversaciones enteras al tema del idioma y del Erasmus. Desde segundo, ha sido uno de los bastiones en los que me he apoyado para tomar la decisión de venir. A parte de los datos académicos, también podría decir que la chica es toda una artista y hace unas pulseras y llaveros estupendos, nació y tiene casa en Ávila, es fanática del helado de chocolate, mola un montón su maccamisón (lo siento, lo tenía que decir), se ha vuelto una excelente programadora de blogs, conduce la bici como si de una paellera se tratara (sin frenos) y se deja llevar por quien tenga el mapa (o sencillamente una ligera idea/orientación). Como broche a esta presentación, también debo mencionar el hecho de que en este viaje muchas veces nos hemos visto en situaciones de lo más surrealistas, hemos pasado incluso miedo (sí, ¿qué pasa?, somos fácilmente sugestionables) y hemos salido airosas (y por patas) de todas las experiencias. Gracias a que me ha visitado, creo que estoy en el camino de entender a Kavafis. Grazie mille.
Como si esto fuera una conferencia y acabase de presentar al ponente de turno, creo que debería empezar a contaros un poco lo que hemos estado haciendo por aquí. Esta entrada la rubricaremos las dos, aunque Lour, en el momento en que estoy escribiendo, esté volando rumbo Madrid con la maleta llena de bombones Baci.
Lour vino el miércoles después de haber hecho la tarde anterior un examen, la maleta, haber mirado por encima la guía de Florencia y haber visto Los Pilares de la Tierra. Durmiendo poco y desperezándose en el metro, tomó el vuelo de Ryanair que la traería hasta aquí... con una hora de retraso. Nos encontramos en el lugar previsto, pese a que las indicaciones que la envié fueron de lo más escuetas (prometo que al siguiente se lo explicaré mucho mejor, dejad que empiece a estudiar Photoshop). En cuanto estuvo asentada en su cama auxiliar, fuimos a dar una vuelta. Le enseñé el centro de Bologna, la Universidad, Via Independenza, etc. Una vez cuadramos horarios y predicciones meteorológicas, fijamos el jueves como día perfecto para visitar Firenze (Florencia).
Aquí ya empiezan los expedientes x: cogimos los billetes en unas máquinas de la estación, probando distintas combinaciones y eligiendo, como es común entre los estudiantes, el tren regional y más barato. Para llegar a Firenze desde Bologna en tren regional es necesario hacer un transbordo en Prato, una ciudad de la que yo ni siquiera había oído hablar [para más info: http://es.wikipedia.org/wiki/Prato_(Toscana)]. Acabo de leer el enlace que os acabo de dejar... sin palabras. Os aseguro que no parece, ni remotamente, la importante ciudad que la wikipedia dice que es; ¡si ni siquiera tiene alumbrado público!. En fin, divergencia de opiniones, como en todos los campos... o pratos, xD (dejadme, soy feliz con mis chistes malos). Como os iba contando, hay que hacer un transbordo en dicha localidad (estúpido, por cierto, al estar a sólo 15 km de Firenze), pero ninguna de las dos recordamos en qué momento y por qué averiguamos eso. No tenemos ni idea de cómo lo supimos, pero cuando fuimos a hacernos con el papel informativo de los horarios, cogimos el de Bologna-Prato sin mayores dudas.
El viaje fue estupendo, lento, pero estupendo. El frescor típico de las ocho de la mañana nos daba la bienvenida a un fantástico paisaje verde.
Firenze
La mejor forma de ir es como lo hicimos nosotras, en tren. El coche no sabrías dónde dejarlo, además de ser una ciudad con calles inexpugnables por el tráfico rodado. La estación de tren (verdaderamente decepcionante) está en pleno centro, a menos de cinco minutos andando de la Catedral. El primer contacto monumental fiorentino fue bastante desolador: el Palacio Medici es por fuera un armatoste sin ningún tipo de gusto por la estética. Tampoco favorecía a la perspectiva el hecho de estar rodeada por un mercadillo que hacía difícil una experiencia turística no consumista.
Estatua de Cosimo Medici el Viejo, el fundador
Es imposible relatar paso por paso lo que hemos visto, básicamente porque por fuera lo hemos visto TODO. El acercarnos a la Academia fue un error, al no ser nada del otro mundo y tener una cola de aquí a Lisboa para admirar las obras que acoge (las veré en una próxima visita, no hiperventiléis). Vamos, que de primeras Firenze me pareció demasiado poco. Acababa de caer mucho, pero que mucho, mi visión idealizada de la ciudad.
Pero para remediarlo ahí estaba. GRANDE. MUY, PERO QUE MUY GRANDE. GIGANTESCA. MARMÓREA. PERFECTA. La Catedral de Florencia nos recibió con los brazos abiertos (vamos, con la entrada gratuita). Es tan colosal que el objetivo de la cámara no la abarca por muy lejos que te pongas. Es tan bonita que podrías quedarte mirándola el resto de día. Para quien quiera la información técnica de la catedral, además de enterarse de alguna interesante anécdota: http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Florencia. Jamás he visto algo igual, las fotos no le hacen justicia alguna. Ninguna descripción podría acercarse a lo que uno siente ahí dentro, mirando la cúpula con cara de incredulidad. Un abismo hacia el cielo y el vacío en el interior (digamos que sería el equivalente a la moda minimalista de algunos diseñadores y cocineros de ahora).
La ciudad tiene nombre y apellidos: Filippo Brunelleschi. Este señor, como si fuera poco el hecho de haber construido la cúpula más grandiosa que os podáis imaginar, ha firmado alguna de las partes de los edificios más famosos de Firenze, cuando no ellos enteros. Dejó su impronta en los emblemas de la ciudad, de tal forma que es fácil reconocer sus obras (incluso para legas en arquitectura como nosotras... era pasar por algún claustro, arcadas o demás y decir: “pues esto me suena a Brunelleschi...” y efectivamente, la guía lo corroboraba). Actualmente sus restos descansan, como no, en la cripta del Duomo. No os dejo el link a la wiki porque me parece que la página no le hace justicia. We love Brunelleschi.
Después de ver esa inmensidad, hasta lo más increíble parece poco. La única entrada pagada fue para ver la Iglesia de la Santa Croce, que está rehabilitando el retablo, por lo que no se ve muy bien la cruz [+info: http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_la_Santa_Cruz_(Florencia)]. En esta iglesia reposan los restos de ilustres italianos que a todos nos suenan: Rossini, Miguel Ángel, Dante, Galileo...me dejo muchos más, pero algún día debería acabar la entrada, y me puedo eternizar. El caso es que, según está la iglesia, fastidia pagar 5€ por mucho que veas las tumbas de tan ilustres personajes. Curiosamente, acabo de leer en el enlace que es aquí donde Stendhal dio nombre al famoso síndrome, ése que todos quisiéramos padecer algún día. Pues lo dicho, que se nos hacía bonito y tal (el techo es una maravilla, de madera, y el púlpito es una obra de arte), pero no llegaba a la grandeza de la visita anterior. Una puerta a un lado de una capilla nos llevó a ver rincones insospechados, hasta terminar en una capilla Medici donde en su momento reposó una escultura de Donatello. Ahí es nada. Y de hecho a mí personalmente me pareció un poco austero para ser la capilla de los dirigentes de la ciudad y, en su momento, del mundo católico (http://es.wikipedia.org/wiki/Medici). La iglesia en cuestión, además de tener dos claustros, un museo y una cripta, cuenta con una segunda capilla en el jardín (la capilla Pazzi: http://es.wikipedia.org/wiki/Capilla_Pazzi, bastante bonita y muy en la dinámica de Brunelleschi). Sé que os estoy agobiando con tanto link, pero es que blogger sólo deja subir cinco fotos y así lo veis mejor.
Podría seguir escribiendo sobre las maravillas que nos cruzamos, podría intentar definir la ciudad, podría enumerar los lugares que visitamos, podría hacer mención a la desde hace tres días clásica frase de “mira Ali, otra iglesia, ¿pasamos?”, podría escribir los versos más tristes esta noche... uy, no, que no quiero plagiar :P
En honor a Isa, hemos de decir que vimos el famoso jabalí y lo tocamos por ella, para que vuelva, xD
La Piazza della Signoria es simplemente fantástica, pero no le voy a dedicar más líneas: http://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_de_la_Señor%C3%ADa
No puedo evitar la mención al Ponte Vecchio, sobre el río Arno, y sus joyerías con ese sistema guay de cierre y protección. La seguridad medieval está a la orden del día:
Se puede apreciar que el sistema es simplemente cerrarlo como si fuera un arcón. Les debe funcionar a la perfección, porque todos lo han adoptado
Desde luego, la historia del puente mola un montón: http://es.wikipedia.org/wiki/Ponte_Vecchio y os recomiendo la lectura (hay bombas en la historia, Javi, te va a gustar, xD).
Cruzado el Ponte Vecchio y admirado el... verdor del Arno, visitamos el sur de la ciudad, la Iglesia del Spirito Santo y demás. Del Palacio Pitti sólo puedo decir que es enorme y que seguro guarda una colección de arte tremenda, pero por fuera os aseguro que es un bloque de piedras sin atractivo alguno.
Una vez llegadas a este punto, le propuse a Lour ir a ver uno de los miradores de la ciudad, la plaza de Miguel Ángel, desde el cual se toman las típicas fotos de la ciudad, las de las postales. En la guía vimos que también quedaba cerca el Fuerte de Belvedere (sí, como el de la Fotogramas) y decidimos que preferíamos el otro...
Eufemismo: manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante (DRAE). Ejemplo: el mirador estaba pelín alto.
Tras casi morir en el intento, seguir nuestro propio viacrucis y observar peldaños rotos y la nada bajo nuestros pies, llegamos arriba... para averiguar que allí se sube en bus, xD Ciertamente es muy bonito y las vistas son impresionantes (de hecho, creo que es la única foto de la cúpula de Brunelleschi aceptable de las trescientas que hemos hecho...). Como teníamos tiempo y nos habíamos repuesto rápido, en el cruce de caminos decidimos subir al Forte Belvedere para terminar la visita a Florencia a lo grande.
Hipérbole: figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de lo que se habla (DRAE, primera entrada). Ejemplo: el Fuerte estaba ahí al lado.
Sin duda, el mejor eufemismo que he leído en mi vida era el de la guía: “la subida hacia el Forte Belvedere constituye una placentera caminata a lo largo de la muralla”. Con deciros que tuvimos que parar a tomar aire porque aquello tiraba que no era normal... Pero vamos, que llegar llegamos, renegando como piratas en medio del océano, pero llegamos. Si me permitís un pequeño consejo, lo mejor antes de iniciar la caminata hacia cualquier lugar es comprobar antes el horario de apertura, porque os podéis quedar con las ganas en la propia puerta...
Y aquí se suponía que había terminado nuestro viaje a Florencia. Con un helado por trofeo nos dirigimos de vuelta a la estación, no sin antes hacer otra parada infructífera en la Iglesia de Santa María de Novella, diseñada también por nuestro colega. Como no nos queríamos quedar con el mal sabor de boca (decir esto después de “helado” es bastante contradictorio, pero me entendéis) de perdernos una obra del grande entre los grandes, cogimos la guía y averiguamos que a cinco minutos de donde estábamos había una iglesia importante (Ognissanti) que se nos había pasado. Con la esperanza de misa de ocho corrimos, apuradas por coger bien el tren hasta Prato. La iglesia es francamente bonita, muy Brunelleschi, por supuesto (+info: http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Ognissanti_(Florencia).
El viaje finalizó, muertas en el tren después de haber visto esa ciudad, o museo andante, atiborrada de turistas y que da la sensación de vivir por y para el turismo únicamente, como si bajo el sol de la Toscana sólo hubiera lugar para curiosos o gente armada de flashes.
Lourdes & Alicia
Da Firenze con amore
P.D.: mañana os cuento el día de los expedientes x en Bologna, que necesita entrada propia...